Un otoño cálido puede provocar plagas de oruga procesionaria

La oruga procesionaria o procesionaria del pino es la denominación popular que recibe la Thaumetopea pytocampa, en referencia a la forma curiosa que tiene de moverse por el suelo: son orugas que se mueven en hilera, una tras otra.

Este insecto puede encontrarse en la zona mediterránea europea y africana, aunque también se encuentra en algunas partes de Alemania, Suiza, Hungría y Bulgaria. Uno de los principales factores que frena su expansión son las bajas temperaturas, lo que hace sólo pueda sobrevivir en zonas donde el invierno no es riguroso (temperaturas mínimas superiores a -15 °C).

Debido al cambio climático, estas temperaturas mínimas han ido subiendo y la distribución de esta especie se está expandiendo hacia el norte y hacia altitudes superiores. Está presente en toda la Península Ibérica, incluidas las islas Baleares. En Menorca está presente desde hace 50 años, cuando se realizaron repoblaciones forestales con pinos españoles.

Así pues, con el cambio climático y la subida global de las temperaturas, con otoños cada vez más cálidos, los ciclos de vida de muchas especies se alteran y ahora encuentran condiciones favorables para adaptarse a este período estacional y transformarse en verdaderas plagas de otoño. En otoños e inviernos suaves más proliferación de la oruga procesionaria en primavera.

Los individuos adultos en forma de mariposas se emparejan en verano. Estas mariposas depositan los huevos en los árboles desde finales de junio hasta finales de septiembre, por lo que las larvas generalmente nacen durante octubre y noviembre. Cada puesta puede contar con entre 100 y 300 huevos, que la hembra protege mediante la colocación de escamas del propio cuerpo. Desde su nacimiento comienzan a alimentarse de los pinos y generan bolsas que les sirven de protección hasta la llegada de la primavera, estación que aprovechan para bajar al suelo.

Esta especie comporta riesgos para las personas. El pelo urticante de la procesionaria puede desprenderse y quedar suspendido en el aire, lo que puede irritar tanto las vías respiratorias como la piel y, en algunos casos, puede causar reacciones de tipo alérgico. Esta reacción es culpa del veneno que tienen estas orugas, Thaumatopina. Cuando se produce un contacto entre la ‘Thaumatopina’ y el cuerpo humano, se libera histamina, lo que desemboca en una reacción de tipo alérgico. La composición de esta sustancia, de hecho, es muy parecida a la toxina que tienen las ortigas, y puede provocar hinchazón, picor y asma, o una clase de dermatitis denominada «dermatitis de la oruga».

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