Salud ambiental y economía. La necesidad de una estrategia basada en los co-beneficios

Durante décadas se había considerado que la salud y el medio ambiente generaban un gran coste económico. Sin embargo, en los últimos dos años, la epidemia de la COVID-19 ha puesto en entredicho esta visón y se ha demostrado que, de hecho, son la base de las economías en todo el planeta.

La contaminación del aire, sobre todo en países donde impera el negacionismo, supone un alto coste en vidas y, además, dilapida los recursos que se dedican a la salud. Cada año mueren por la contaminación del aire 7 millones de personas, de las cuales 600 mil son niños.

La toma de conciencia sobre la importancia de la salud ambiental para la economía queda patente en las decisiones tomadas por organizaciones internacionales de referencia. A raíz de la pandemia de la COVID-19, en mayo de 2021 la OMS hizo público un documento que establecía varios principios para el diseño y la difusión de una política de salud ambiental aplicable en distintos ámbitos gubernamentales. Estas directrices, especialmente en lo que se refiere a la Estrategia mundial de la OMS sobre salud, medio ambiente y cambio climático, se pueden consultar en este enlace.

Así que es vital reconocer que la relación entre salud y medio ambiente está en la base de la salud planetaria y pasar del análisis costes-beneficios al análisis de los co-beneficios. Ahora que el mundo intenta gestionar las crisis planetarias en materia de medio ambiente y salud, la incapacidad de actuar eficazmente se debe, en gran parte, a los supuestos costes que estas medidas tendrían para la “economía”, entendida como el modo de producir y abastecernos.

No hay duda de que la transición para que nuestro sistema económico se aleje de la autodestrucción tiene un coste, pero este precio es claramente inferior al de no realizar la transición. Por ello, es necesario construir un sistema que reconozca que no debe elegirse entre salvar la economía y salvar vidas, ni entre la economía y el medio ambiente. Si degradamos el medio ambiente, destruimos nuestra salud y las bases de toda actividad económica.

Por tanto, lo que realmente es necesario es proteger simultáneamente estas tres valiosas dimensiones de la existencia humana: salud, medio ambiente y economía y, en consecuencia, dejar atrás la relación costes-beneficios que sigue dominando el paradigma y la toma de decisiones actuales.

Es necesario, pues, pasar a una estrategia de co-beneficios que tenga en cuenta el valor intrínseco de la salud de las personas y del planeta y su importancia como base de cualquier actividad económica. Si se asume esta perspectiva, se entenderá que mitigar el cambio climático no sólo es vital para la salud y el bienestar colectivos, sino que produce considerables ahorros sociales derivados de la mejora de la calidad humana en salud e higiene, así como en la mejora de la calidad de los procesos empresariales, reduciendo a la vez costes e impactos ambientales.

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