El Dr. Rubén Bueno trabaja en el control de plagas, de los insectos y de organismos nocivos en general. Estudió Biología en la Universidad de Valencia y, antes de acabar la carrera, empezó a colaborar con el Departamento de Entomología y Control de Plagas de la universidad. Según explica, se dio cuenta enseguida de que, “desde el punto de vista de la aplicabilidad, era una de las salidas más prácticas que puede tener un biólogo”.
A través de esta relación con el Departamento, pues, entró de lleno en el mundo de las plagas y realizó su doctorado sobre mosquitos en el ámbito de la Comunidad Valenciana. Durante este doctorado, vinculado también al asesoramiento a municipios en materia de control de plagas, pudo tener interacción con empresas privadas que llevaban a cabo estos programas. Fue allí donde conoció a sus futuros compañeros de Lokímica, donde empezó a trabajar una vez acabado el doctorado.
Durante alrededor de diez años, su carrera profesional se consolidó con el crecimiento de la empresa, asesorando a muchos municipios de España en control de vectores. La compañía fue adquirida recientemente por Rentokil.
Rubén Bueno desempeña actualmente sus funciones en el cargo de director técnico en Rentokil Initial y Lokímica.
¿Qué tipo de servicios ofrece la empresa en la que trabaja? El corazón de la especialización siguen siendo las plagas. Pero la empresa, presente en más de 70 países, ofrece una variedad más amplia de servicios. En España, además del control de plagas, tenemos una línea de servicios muy consolidada en el ámbito de la higiene, con un alto grado de complementariedad entre ambos campos de actuación.
¿Qué valor añadido aportan a su actividad? Siempre he creído que no solo como empresa, sino que también como sector, todos debemos tirar del carro en el avance de cuestiones que nos preocupan y con las que en ocasiones nos damos contra un muro. Por eso no podemos trabajar solos y colaboramos con universidades, con centros de investigación, con la administración… a la hora de resolver retos.
Como equipo, aportamos la capacidad de innovar para encontrar nuevas soluciones ante problemas complejos que con las herramientas actuales son muy difíciles de resolver.
¿Qué piensa del asociacionismo en el sector? Soy un firme defensor del asociacionismo. Creo que trabajando juntos se consiguen muchas más cosas que de forma aislada. En un mundo tan globalizado, con problemas tan comunes, y a pesar de las diferencias de criterio y de enfoque, el sector necesita estar bien cosido. Y para ello necesitamos de las asociaciones, de los consensos y debemos remar juntos.
¿Qué destacaría de ADEPAP? Por una parte, quiero destacar el perfil eminentemente técnico que tienen muchas de sus jornadas. También la visión innovadora que se traslada en cada evento al que he tenido la suerte de asistir y el concepto de hermandad que se genera al compartir impresiones con colegas profesionales. Y además esa visión abierta a Catalunya, España y el mundo. Se habla de ADEPAP en muchos foros nacionales e internacionales, y eso es resultado del buen hacer de la asociación y de los socios que la forman.
¿Cuáles cree que son los retos más inmediatos para el sector? ¡Muchísimos! En la parte a la que estoy más vinculado y me compete más directamente uno de los principales retos es que se nos vea como lo que somos: elementos necesarios para la prevención de la salud pública en muchísimos ámbitos. Esto lo estamos consiguiendo: somos gestores de ciertos riesgos ambientales, en este caso, el control de organismos nocivos, además de muchos otros.
Para poder avanzar con este esquema de trabajo e interactuar de tú a tú con otros muchos gestores que no son empresas privadas (administración, centros de investigación, etc.) tenemos que acercarnos a ellos y ofrecerles nuestra visión, más práctica.
Por tanto, creo que uno de los muchísimos retos que tenemos como sector de control de plagas y de sanidad ambiental es situar a nuestro sector, en cuanto a la relevancia de nuestras tareas del día a día, en el lugar que se merece.